Ballena siempre se sentía muy sola. Le parecía que todos le tenían miedo por su enorme tamaño, aunque sabía que su corazón era tan grande como su cola. Desconsolada se alejó llorando. Sus lágrimas iluminaron el fondo marino con un hermoso arco iris y todos los peces siguieron alegremente su estela. Ballena siguió ofreciendo al océano sus lágrimas de colores, aunque desde entonces fueron lágrimas de alegría.